Pregón Domingo de Ramos 2016 de Augusto Pansard Anaya

Puede que pasara…tal vez nunca así fuera, pero dicen los folios que estas letras nacieron al abrigo, a la sombra de una palmera.

Aquella puerta  parecía envolver el misterio, tal vez el secreto de una historia de salvación que nació allí, a la sombra de una palmera. Unos decían que era un hombre, que tal vez pescador fuera…otros que el hijo del mismo Dios…quien estaba tras esa pared de dudas, de dudas de madera y forja…¿quien fuera adivino para saber si era humano o divino quien con la verdad en su alforja, pasearía, a lomo de pollino, a la vuelta de un puñado de horas.
Y el día madrugó peregrino y penitente de aquél portón, que seguía envolviendo el misterio en esa dominica que los ramos hicieron su reino, en busca de su Señor, dueño de la verdad, que espantase todos, toditos sus miedos. La mañana había despertado temprano,  estrenando revuelos inquietos, de madres que persiguen hijos…casi sombras, eso sí portadoras de palmas con faraonas en sus cabezas; qué orgullo, cuanto nervio por seguir a quien dicen cambia las preguntas por certezas. Incluso el alba parece que, por ser Dios al que espera, inicia una oración…  Alhaurín le reza.
El día madrugó inquieto, recogiendo una a una a las estrellas, que se creían invitadas a la fiesta… madrugó esperando a un pescador sin peces en su cesta, levantando el telón con un tirón de esa cuerda que amarraba sueños de niños y de grandes que lo fueron, sueños de leyenda, de magos con chistera, sueños….que nacieron un día a la sombra, a la sombra de una palmera.
Todo está preparado. Y dicen allí, cerca de aquella puerta, que ya portón era, vieron a una Señora que sin hablar preguntaba, con esas palabras que, sin hablar, nacían de su mirada limpia y verdadera; preguntaba por su hijo, que salió, así lo dijo, a echar redes por el mar de su sendero, porque El era camino, es la vereda, y la brisa le ha dicho que lo busque, que lo busque tras la puerta. Ella era su Madre y su templanza y, adivina del dolor venidero, Ella era su alivio…era su Esperanza. El Era pescador, pescador decía, su niño de rizos eternos, pescador en la sal y en los ríos, pescador en la vida, que echaba redes profundas, que al tirar, devolvía a la vida a quien en ella caía, sacándolos a esa orilla de su sonrisa infinita.
Caminito de su encuentro, la Señora fue testigo de la fe de un pueblo, que aguardaba con hosannas y padresnuestros esperando que aquella puerta desvelara su misterio y rodeado de chiquillos, bendiga su hijo, a lomos de un borriquillo, a la mañana inquieta, coqueta y zalamera. Esa mañana  empezó a escribir una historia de amor, amor a la sombra, a la sombra de una palmera.
Sr. Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Paz y el Amor, en su entrada en Jerusalén, y María Santísima de la Esperanza, “Pollinica”, Dignísimas autoridades, Hermanos Mayores y representantes de cofradías hermanas, medios de comunicación, amigos todos.
Gracias querido Pepe, Pepe Ocaña por la confianza que depositas en mi persona, permitiendo el privilegio de sentirme uno de los vuestros en esta tarde, que marcará, sin duda, todas mis tardes por venir.
Muchas gracias Parrales, gracias Francis. Hoy no he tenido presentador, sino un corazón amigo, que ejerciendo de tal se arrojó en los brazos de la exageración y de la desmesura. Muy bien tendrá     que darse la tarde para poder acercar, solo acercar, mi palabra a lo sublime de tu recuerdo en este mismo atril.
Dejadme os cuente el orgullo que siento por poder ser parte de este momento. No alcanzo a ver mayor merecimiento para ser el elegido que el de sentirme querido por un Jesús triunfal al que sabía le esperaba el madero. Y me hice hebreo, en Málaga pero hebreo, cuando las fotos eran en blanco y negro y en las calles, en las calles solo había respeto…qué tiempos esos.
Ahora, cuando paso lista a mis años, hago recuento en mi tarrito de recuerdos…y no falta ninguno…vuelvo a cerrar el frasco. ¡Qué bien olía mi túnica de damasco cuando descansaba en el respaldo del sillón!, tras un poco de plancha y avalancha de cariño que mi madre aplicaba como el mejor de los aliños. Qué no se pierda la papeleta para la palma…vete a dormir, mantén la calma…deja el acuario que no es trono ni el pasillo Calle Larios. Y el domingo llegaba y el niño, yo, no salía…desfilaba, estrenado sonrisas y mirada clavada en Aquél al que seguía…Era el mejor de mis días y a mi parecía exquisito…le pedía que fuera infinito aquel paseo en su compañía…y Él cumplió el deseo…desde entonces viene conmigo, no solo en procesión, en mi corazón hecho cartera…y yo me siento seguro bajo esa sombra de su imponente palmera.
A lo mejor es eso lo que hoy aquí me trae…y detrás, detrás siempre está Él…ustedes ya me entienden. Sean, se lo ruego, lazarillo de este pregonero, para muchos desconocido.
Y es que,
Yo no soy alhaurino, esa es mi pena, pero crecí con aromas de mandarino que llegaban de tu vega, con gentes de piel de aceituna, ojos aguacate y aromas de canela, curtidos de un sol que dicen aquí, sale por Antequera, con sueños de moscatel y brevas en las higueras. Y de tus calles me hice visitante, observado por ladrillos de una torre, de una torre vigilante. Y fui testigo del quejío y duende, huésped del flamenco que vive en otra torre, ésta hecha de cante.
No, no soy alhaurino, y ya me pesa, pero me hice aprendiz de devotos y lector de mil leyendas, que hablaban del Santo Cristo de tiempos de Reconquista, Dios de Cardón sanador de la milicia, o peregrino en una ermita de cal y ladrillo que duerme los tiempos allá en El Alamillo. Y me encontraron entre los hijos de una libertad soñada por Torrijos, o coleccionista de los ecos de Paco que aun llegan a mis oídos, de los ecos… de mi Paco Pacheco.
No, no soy alhaurino pero cofrade me siento, y en eso no hay más patrias que los ojos tiernos de una madre o el susurro de un te quiero, de la vela que llora cera, de una cruz de cedro. No soy alhaurino, pero serlo quiero cuando bendice un nazareno en Jueves que ya se pierde, o cuando muere un Cristo en Viernes, en un viernes de muerte verde.
Y soy cofrade, cofrade pollinico, ya les dije, malagueño, no alhaurino, pero de un mismo Dios… subido a distinto pollino, y como en Vélez o Antequera, la Semana se hace Santa cuando, a la sombra de una palmera, va el Chiquillo de María al encuentro con una Cruz que un paisano cirineo hará más llevadera. Soy Pollinico, de hebreo siendo crio y varal al hombro cuando apenas dejo de ser niño para ser hombre… cuerdo en la locura de sentirme preso en una barca de cariño…. y de aperos marineros, hombre pasajero de esa sonrisa infinita… que pronuncia mi nombre cuando busco el mar de su mirada.
Soy Pollinico, malagueño, qué más da que no alhaurino, si prendado vivo de una Reina, que es dueña de mi destino, y qué más da de dónde sea, si es faro y templanza, y por eso allí es mi Amparo y aquí, aquí es mi Esperanza.
No soy de aquí, pero quiero serlo, aunque siendo cofrade, pollinico de otros lares, y por vuestra gracia, esta noche, como pregonero y presentador de arte, ya soy parte, con la venía, de este paraíso, Alhaurín, trocito de cielo, que estrena primavera con un nazareno que cabalga, a la sombra, a la sombrita de una palmera.
Les pido perdón, vecinos. Usurpa mi voz, mucho me temo, el momento supremo. Es hora de contener el aliento, dejando que un disparo de arte, la calma arrebate y se haga sentimiento. Sé que a eso han venido, a impregnar cada sentido, cada poro de la piel, de ese caudal que emana de un pincel, haciendo visible lo nacido en un sueño imposible, en un sueño de papel. Ese soñador…¿es un artista?…ya les digo que no…es mucho más que eso…
Agustín Soler es alquimista, llenando el vacío con una existencia colorista; derramando su elixir, como un soplo de vida, del que nacen lo mismo biznagas que cruces, con aroma, de jazmín. Es un flautista, de Hamelín, un arlequín, señor de blancos y negros… también de grises, es… es encantador de matices… Ese es el artista, así es mi amigo Agustín.
Es un poeta, de oleos y de témperas…aunque no crean, también lo es de letras, derramadas en pregones, consolando folios con palabras, ¿qué digo palabras? si Agustin es todo sentimiento… Tal vez pudo ser hombre del renacimiento, pero por suerte para nosotros, es hombre de aquí y ahora…un hombre de nuestro tiempo. Pero es que este hombre lo tiene todo, chico de oro…bueno…si hasta dirige un coro.
Para el ser perchelero, es un modo de vida, un acicate. De calle Eslava aunque antes vivió en Arriate, y fue a nacer, por esas cosas del azar, por esa ventura traviesa, ventura aventurera, fue a nacer a tierra cordobesa, en Aguilar de la Frontera. Ahora está en Alhaurín…malagueño y alhaurino…casí ná… tenemos pintor vecino. Perchelero, que nacen donde quieren, y claro está, allí nació primer amor, un amor marinero, con cara de niña y alma de madre, amor eterno a su Virgen, Virgencita del Carmen, de esos amores bonitos que aprendemos de memoria…y a solo un paso, en la misma Iglesia, estaba su Chiquito, más grande no podía ser, lleno de Misericordia y su Reina del Gran Poder. Tuvo que nacer de ese guiso buen maestro…y mejor persona. Pintó a las Glorias y el cartel de vuestra Semana Santa y hace unos días puso paño a la Verónica. Y un centenario y medio de su Padre perchelero… contó con su cartel…parecía tan real entrando a la catedral…que conmovía solo con verlo.
Ah… y Pollinico… que osadía la de este Pregonero…presentar a vuestro hermano y Consejero.
Yo…
Lo conocí detrás de una sonrisa, que aun lleva puesta, detrás de un sí, siempre un sí, que es su mejor apuesta. Servicio a los demás sin medida, mano presta, siempre tendida a quien se acerca de frente y sin rodeos, entonces no vacila, se entrega sin titubeos con esa sencillez que hace grande… a quien cree que no lo es.
Que suerte tenerte aquí, que suerte maestro.
Permitan calle este vocero, para dar paso al verdadero protagonista, que no es ahora el pregonero sino mi amigo… el artista. Bajo ese paño hay un reino de amor, ya se lo digo, que inventa el pintor para mitigar el dolor con los pinceles por testigo. Permitan desvele parte del misterio…este año el magisterio del pintor no irá enmarcado con destino en una pared o posado en un estante, será escoltado de terciopelo para ser estandarte llamado a ver el cielo de vuestro domingo más grande. Para completar el Milagro, Fátima, su mujer y Mari Carmen, con premura, completaron el trabajo, con hilo fino de amor en las costuras. Esta pintura será de muchas…la primera, de un conjunto de ellas que, cada primavera, ávidas, verán la luz para mostrar el camino de la cruz hasta la lápida…un vía crucis de color y hoy, hace escala en esta sala…la primera estación, primera no de orden, porque no es de sentencia, pero sí primera de la colección.
Señor Hermano Mayor, Artista, que el paño se desvanezca, y empiece la pintura su pregón.

Tres veces besó la tierra el Nazareno, arrastrando su cruz, arando el terreno un Jesús andaluz que viene muriéndose a chorros. Qué suerte tan esquiva, qué destino más ruin…¿no hay en Alhaurín quien pueda prestarle socorro?. Y cuando ya duele hasta el pestañeo, encontró Dios consuelo en el artista, pintando un cirineo, un alma de bien, que le asista. Dicen llegó de Cirene, pero seguro que Romeral,  Zapata o Molina hombres buenos tiene para subir la colina cargando con el madero. No se preocupen que el favor devuelve, y al llegar la hora de entregar la cuchara, el será quien alivie la carga de quien un día le ayudara con su madera…en un pueblo en el que entró…a la sombra de una palmera.
Y el lienzo cobija la escena. Simón, que así se llama, se encuentra de bruces con tres cruces caminito del cadalso. El pintor hace el resto… se olvida de ladrones y se centra en el Maestro. Ya no queda aliento ni brisa reparadora, y temiendo se adelante su hora, sin poder llegar al Calvario, le invitan a ser solidario mientras unas mujeres lloran. Dicen fue obligado en la tarea encomendada, empujado a ella sin sonrojo, pero miren como clava los ojos sin clavos en un rostro que ya es despojo, que devuelve la mirada. Cuánta dulzura, cuánta dulzura artista, que consuelo más fuerte, ayudar con la cruz querida, con la cruz de muerte, a quien con ella regala vida. Negras nubes se asoman al tormento, con escolta atenta de la centuria cómplice de la fatiga, pero nada distrae de lo importante…en la penuria… una mano amiga ayuda al caminante. Y los pinceles lo saben, acariciando un lienzo que deja de ser blanco para hacerse, ya lo saben, estandarte. Qué grande. Muchas gracias Agustín.
Y en Viernes que llaman de Dolores, cuando la luna, aun escondida, despierta a la tarde dormida en su cuna de colores, te veo partir, llenito de vida, y se rinden las flores cuando de las entrañas de una Iglesia, juega tu madre, plena de Esperanza, con la brisa traviesa. Sus pestañas abanican al parque que crece en su presencia. Qué alegría Madre mía, mira como viene, ¿no es ese el Chiquillo de María?. Y caminito del Portón, donde el cielo bajó por un día, van los dos por la Calle Málaga, por la Calle Ermita.
Y mi Señor, mi Señor camina en dos tronos. Dos tronos, dos, lleva mi Redentor, uno de varales, con hombres pescados por el pescador, otro, platero de cuento, un equino…aquí lo llamamos pollino, que también está bien dicho, digo yo… . Dos tronos, dos para mi Señor de la Paz y el Amor.
Y mi Niña, no hay mejor sustento…para mi Niña, un puñado de vecinas haciendo piña, contando sus secretos, que Ella es amiga y reina, pero también Madre, dueña de sus desvelos. Qué bonita va, Señora María, con pétalos en el suelo como alfombras reales, qué más da si la llevan hombres o mujeres… si aquí somos todos iguales.
Y te vas para entrar en mi Jerusalén, en una tarde clara, de esas que no engañan cuando susurra hossanas y las lágrimas se despeñan por el terraplén de las miradas cálidas. El Cristo niño reúne alegrías y recuerdos, porque es un día de encuentros, de regresos de quienes del todo no se fueron; es día de evocar historias, pero también de echar de menos a quienes ya solo viven en el cielo de la memoria. Y vuelvo a ser el niño que olvidé, buscando entre la gente, sin suerte, la mano de madre que tantas veces besé, el brazo de padre, que en tantas otras me acuné…y esa cara de abuela de sonrisa penitente, cuando me atrevía con la palma insolente a seguirle a Él, justo cuando empezaba mi Señor su camino hacia la muerte, cabalgando el pollino, para entrar el domingo a un Jerusalén, que ahora es alhaurino. Y vuelvo a ser el niño que era, porque si algún rostro perdí, ya sé que van con Él, a su vera, y creo verlos sonreír cuando pasan cerquita de mí…a la sombra, a la sombra de su palmera.
Y cuando el sol deja amarilla la brisa en su despedida,  perfumando de vainilla el aire que respira, y regala la tarde colores no inventados, llenos de ternura, La Palmilla ¡¡ Ay mi Palmilla!! viste de hermosura y mantones bordados lo que antes solo era pared, pared desnuda, y una palma envolviendo la reja, que parece que la abraza, que la corteja…desmesura?, yo le llamo amor, sin duda, amor a un Dios vecino en su cabalgadura y su bendita Madre de Esperanza, en la que un pueblo puso un día su confianza, enamorado de su carita de dulzura.
Para ellos no hay ricos ni pobres, ni quieren dádivas de aquello que sobre. Bienaventurado el que viene de verdad, con el alma sin desaliños, y como esos niños de San Juan, cantan al Pescador de Hombres, sin más carga en su barca que una sonrisa de Dios…al llamarlos por sus nombres.
Ya se marcha el nazareno camino de su morada, cuando sale la luna abochornada, rendida a la belleza que en unos días será drama. No te bajes del burro, maestro, que la palmera se hará de otra madera… que teñirá el viernes de luto. Quédate Señor, quédate en el Portón, que el dolor se anuncia con un beso sin clemencia, te negará Pedro, habrá Sentencia, por eso, a pagar con una cruz, una cruz de cedro. No bajes del burro, mi Rey, a fin de cuentas, aquí estamos acostumbrados, a mantenernos hasta el absurdo y sin conocimiento, con tal de ganar un duro sin mucho miramiento. Que cambiamos las alabanzas por palabras como lanzas y los hossanas de mañana carne de matanza con clavos clavada. No entres, Señor, y si entras, no bajes del burro y date la vuelta otra vez para el portón, que negra viene la pena a la vuelta de una cena con cara de traidor, Judas, para sembrar dudas en la arboleda que con treinta monedas el malaje regó.
Y la madre desespera en su Esperanza por no ver cumplir los presagios que adivina…un calvario de dolor…y un sudario todo en una semana alhaurina. Pero El cumple su mandato…al pueblo vamos…será en Domingo, en un Domingo de Ramos. Que se espere la pena y el cofrade rece, que el mañana es adivinanza y a recibir como merece al Hijo de Dios, y a su Madre divina, Divina Reina de Esperanza.
Y llegará tu día grande
Y será Domingo. Te veo venir, envuelto en palmas y me parece que ya vas muriendo, aunque sea la mañana quien te arrulla entre chiquillos y la bulla, que escoltan sonriendo a quien camina en borriquillo. Suena un corazón, se oye una campana, echa andar el estandarte y tu trono sale, a pasito corto, que hay camino por delante. Todos con ellos, os cita el pregonero.
Y con ese derecho os llamo hermanos, os llamo al Domingo de Ramos, ¡¡¡Al pollino!!! con toques de campana, oración y una saeta que sale del alma; con ramitas de olivo y con hojitas de palma, con piropos a su guapura y corazones a pulso, siempre, siempre, ganando altura. Os llamo a recibir el frescor de la mañana, la alegría del nieto, del hijo y de la hermana, a hacer camino entre naranjos y balconadas, a pedir favores sin decirle nada.
Os llamo hermanos, con esa alegría que precede a la pena, a calzar la sandalia, a vestir túnica nazarena, a encender el cielo que ya baja a vuestras venas, a sentir la brisa que en marzo marcea. ¡¡¡Al borriquillo!!!, a coger las riendas, a sacar los recuerdos dormidos en bolsillos, en hojas de las calendas, a respirar nostalgias, a revivir la magia de una corneta que llora y un tambor que la consuela. Os llamo a que todo, todito sea lo que era, cuando la calle se haga cómplice de la sombra de una  palmera.
Os convoco, alhaurinos, al Domingo de Ramos, a la gloria de las glorias, que no falte un gorrión, que vuele el vencejo, con esa danza premonitoria que anuncia un cortejo de hebreos  y damascos, cumpliendo con el ritual del ornamento, deteniendo la mañana en un momento hasta hacer del Domingo…más que un día… Sacramento. ¡¡¡Al borriquillo ¡!!…Que no falten las flores, cíngulos de seda, acólitos y monaguillos, que no falte el botijo de los aguadores, cirios, la cera a chorreones. Que no falten las novias de portadores, el incienso en los incensarios, que no falte ninguna calle que hace con tu trono un relicario.
Que esté lista la mañana, hermanos, la mañana de los Ramos, que os convoco en la mejor de las dominicas, y que no falten las rosas en balcones ni geranios en las plazas, que esté la cal puesta en la pared de la calleja que los emplaza. Os convoco, alhaurinos, a ensanchar la avenida para que quepa su mirada infinita, reina de Esperanza, que pone la calle de puntillas para ser testigo de su semblanza, a sembrar de pétalos el suelo que una pisada convierte en cielo. ¡¡¡al borriquillo!!!, del Domingo de Ramos, a estrenar, trajecitos y zapatos, que no falte ninguna mano para aplaudirles sin pausa, que larga fue la espera, por esa madre guapa y ese hijo soberano, que peinan nuestras almas….a la sombra de una palmera.
Os convoco a la grandeza, Alhaurín, Os convoco a la Pasión, al estilo de esta tierra, viviendo la fe, cada uno a su manera, que es Dios hecho alhaurino y no un Jesús de madera quien entra en borriquilla en una Jerusalén de corazones, con su Madre hecha una chiquilla que viene vestidita de primavera… que no hay flor, ni palmera que no se rinda ante ella…así sea, alhaurinos, así sea pollinicos, que así sea.

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